Como una cálida brisa salada, un carnaval mestizo y una trova al borde del mar, bailarines y músicos campechanos ocuparon con gracia la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato, para ofrecer a un público curioso una típica Noche de Campeche.
Sensuales, con trajes típicos y orgullo, ejecutaron danzas folclóricas bailarines del Gran Ballet del Gobierno del Estado de Campeche, del Ballet Zentzontle de la Universidad del Estado de Campeche, acompañados y acompasados por la Charanga Típica del Maestro Xan Ríos.
Dedicada a difundir la gran variedad de bailes y ritmos propios del Estado, el Ballet de la Universidad del Estado de Campeche ofreció un recorrido por la identidad campechana sin necesidad de palabras: una historia de mestizaje, influencias españolas, y mitos, con jacarandosas guarachas, grandes comparsas, y lúdicas coreografías, ritmadas con jícaras, sombreros, paliacates, e incluso botellas, mantenidas sobre cada cabeza cadenciada.
También conocido como Zentzontle, el Ballet Folclórico de la Universidad de Campeche se integra por jóvenes amantes de la tradición folclórica, tanto de ese estado como del país entero. Zentzontle significa cuatrocientas voces o cantos en náhuatl, y "centzontli" es el nombre de un ave que habita en Mesoamérica y posee el don de emitir diferentes cantos. Como su apelativo lo Indica, el ballet dirigido por la profesora Gloria del Carmen Montero, vuela muy alto, para rescatar danzas y ritmos de toda la nación: el grupo se conforma por 50 bailarines, divididos en dos compañías, y cuenta con un repertorio de más de 20 cuadros con lo mejor del folclor de la República Mexicana: polka de Nuevo León, danzas del Sotavento (Veracruz), calabaceados de Baja California Norte, entre muchos otros bailes, y, claro, el sarao Campechano, y la Fiesta del Palmar, bailes propios de su estado. En 12 años de intensa vida, Zentzontle ha llevado el folclor a cada rincón del país, así como a Canadá, Estados Unidos, Panamá, Venezuela y Ecuador, entre otros.
El color, los listones y la imaginación del ballet Zentzontle se hermanó con la elegancia del Gran Ballet del Gobierno del Estado de Campeche: mujeres con blancos rebozos, faldas y fajas, princesas campechanas, demostraban la sutil sensualidad de sus danzas, moviendo con gracia sus rebozos, y jugando con los bailarines, de negro y rojo, con un firme y alegre zapateado.
Creado en 2004 con el objetivo de rescatar, conservar y difundir la rica cultura de Campeche, el Gran Ballet del Estado de Campeche se compone de 60 bailarines y músicos que promueven las raíces culturales de su estado, uniendo en un mismo espectáculo danza, teatro, música y poesía. Se especializa en la representación de ancestrales bailes, que surgieron con el mestizaje de la población maya con española, francesa, caribeña y africana: La vaquería campechana, una de las piezas más antiguas, guarda similitudes con los bailes españoles, así como el Sarao, en el que los españoles intentaron sustituir las danzas mayas con danzas españolas. También bailaron Jaranitas y Palmares Campechanos, rindiendo homenaje al traje regional campechano, que estrenaban las mujeres cuatro veces al año -en el carnaval, en las fiestas de San Juan, San Román y la Purisima Concepción-. En aquella época las patronas le obsequiaban a su servidumbre los ajuares completos, que con el paso del tiempo se convirtieron en el traje típico de la mujer campechana
Alternando con los enérgicos aplausos del público, cada vez más entregado, la Charanga demostró con emoción y solidez que su música contiene una amplia gama de posibilidades, es capaz de hacer bailar, pero también soñar: percusiones, güiros con saxofones y clarinetes, acompañaron pies, caderas, y voces de dos solistas, hombre y mujer, que cantaron, cada uno en su momento, el romanticismo y el amor a su tierra, Campeche, "lugar de serpientes y garrapatas". "Son generosos, son campechanos", cantó un solista, "te dan la mano y el corazón", para recibir a cambio una lluvia de aplausos y ovaciones.
Una noche limpia, en la que la cultura campechana brilló por sí sola, gracias a la música, a la danza, y a la buena voluntad de los participantes.